En el momento en que decidimos ser padres se nos pasan por la cabeza un montón de cosas:
¿sabremos hacerlo bien?
¿cómo seremos como padres?
¿cómo queremos educarles?
Nos invaden un millón de temores, angustias y dolores de cabezas.
Y luego… resulta ser menos complicado de lo que nos esperábamos.
Sí, claro que hay momentos de mucha dureza, momentos malos, enfermedades, complicaciones pero… todo eso se desvanece para dejar entrar en todos los hogares con niños algo muy especial, algo distinto. Una sensación que habíamos vivido en primera persona pero que ahora vivimos a través de los ojos de nuestros hijos. Una palabra. Cinco letras: MAGIA!. En su definición se engloba “TODO”: las sonrisas, las miradas, la admiración, las exploraciones, las primeras veces, las carcajadas, los masajes, las caricias, los besos, las lágrimas,… TODO está lleno de magia. Una magia indescriptible que nos hace ser felices.
Para cada cosa, gesto, acto, aventura, hay un tipo de magia diferente. La ilusión está patente.
Y cada noche, tras un día duro pero llenísimo de magia, nos estiramos en nuestras camas agotados y nos preguntamos:
– ¿lo estamos haciendo bien?
Y la respuesta es muy sencilla: no hay mejor padre o madre que tú.